Dios es justo, no admite la injusticia ni lo malvado de los hombres, pues eso no es obra suya, los hombres que son sus criaturas, sus hijos, aquellos que lo conocen y lo honran recibieran siempre lo más bello de su reino y la misericordia para que muchos de los alejados recobren la luz y la verdad.
El camino no es fácil porque ya sabemos de las dificultades que se presentan, de las tentaciones durante la andadura por esta vida terrenal, gracias a Jesucristo sabemos como huir de las mismas, contamos con el apoyo de nuestra Iglesia y la fuerza del Espíritu Santo cuando lo buscamos, y por supuesto la atención de la Santísima Virgen, así contamos con una fuerte e inestimable ayuda espiritual que Dios nos coloca en nosotros y a nuestro lado.
Un sol de justicia recibirán de Dios todos los que honran su nombre y recibirán la salud más eterna, una vida nueva y mejor, distinta, diferente, impensable; pero si en esta vida vemos parte del reino en las bellezas que podemos admirar, ¿qué nos tendrá reservado Dios en esa otra vida después de la resurrección? no habrá penalidades, sólo gloria.
Profeta Malaquías, icono ruso
No quiere Dios que estemos los hombres enfrentados unos con otros, todo lo contrario pide que haya amor, un estar volcados y prestos al prójimo, cada persona con su carisma y sus diferencias debe admitir esas circunstancias y comprobar que con el diálogo, la buena conciencia y la caridad se consiguen cubrir las necesidades de todos.
Misericordia, mucha misericordia hay que tener, siempre, no sólo en este casi a punto de clausurarse Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia que nos otorgó el Papa Francisco. Dios que es grande y misericordioso concede el perdón al instante de aquel arrepentido que subsane las faltas cometidas, pues de nuevo recobra el camino justo.
La fe hay que alimentarla: formación, oración, obras de misericordia y Eucaristía.
Fabio Antonio Fernández Torres.
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