domingo, 4 de junio de 2017

PERDÓN, AMOR, Y PENTECOSTÉS

La Iglesia es Universal, así lo quiere Dios, es capaz de que todos entiendan el mensaje, entiendan su Palabra. El Señor quiere que todos conozcan las grandezas y maravillas del Reino, somos sus criaturas, sus hijos, por amor ofrece su eternidad a todos y cada uno de nosotros, nos pide liberarnos de los pecados, alejarnos del mal, acudir a su encuentro y obtener la salvación con la resurrección.
Bendito sea el Espíritu Santo que nos da la fuerza, la energía para entendernos todos, para unirnos al Señor, no rechacemos esta fuerza, la que nos ayuda a superar la tentación, a salir del mal, a presentarnos llenos de esperanza y de verdadero amor.

Es la comunidad de todos la que nos une y salva, es la Iglesia Santa a la que pertenecemos, cada uno forma parte de la misma, cada uno ejerce la fuerza que el Espíritu Santo le ha dado para ayudarse los unos a los otros, para ese amor correspondido. Con el ejemplo de la Virgen María que nos acoge como hijos suyos, así es la Iglesia.
Cristo está alimentándonos con su Cuerpo y Sangre en la Comunión, en una mesa espiritual y también física, Cristo presente nos regala la resurrección entrando en nuestras propias almas, en nuestro propio cuerpo.
La Iglesia Universal, unidad desde la diversidad se construye siempre desde y con el perdón, quiero dejar la siguiente frase de nuestro Papa Francisco que ha dicho hoy en la Misa de Pentecostés para reflexionar sobre ella: "El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia"
Siempre nos recuerda el Papa esa palabra, perdón… así es como verdaderamente, cuando es de corazón, confirmamos nuestro amor al prójimo; os recomiendo una lectura de la homilía completa de este día en el Vaticano.  El perdón en su doble vertiente, el de pedir perdón y el de perdonar, eso es amor, esa es la fórmula para construir Iglesia.
Conocemos un caso, lleno de humildad, no sin haber pasado por el dolor físico y psíquico, de que te juzguen y condenen sin ser culpable, sin tener culpa de las acusaciones que le hacían sin que hicieran caso de sus testimonios, y sin estos y sin pruebas condenar al inocente, y este por amor, por resignación, también por pena y valor aceptar la culpa y morir en la Cruz, y murió pidiendo el perdón para todos, y con este perdón nos regaló la resurrección y la eternidad. Saquemos conclusiones y actuemos siempre como Él lo hizo.
Nuestra fe en Cristo estará siempre en nuestra vida, muchos hermanos lo demuestran a diario, unos con su propia vida, con las persecuciones recibidas, con las culpas a las que son sometidos, a esos a los que no les llega el perdón, a los que no perdonan.
Pidamos siempre al Espíritu Santo que nos envíe su fuerza, que nos dote de los dones necesarios para afrontar esta vida por el camino de la salvación y del amor.

Fabio Antonio Fernández Torres

Turno “Virgen de las Penas” de la Adoración Nocturna.

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