La Iglesia es Universal, así lo quiere Dios, es capaz de que todos
entiendan el mensaje, entiendan su Palabra. El Señor quiere que todos conozcan
las grandezas y maravillas del Reino, somos sus criaturas, sus hijos, por amor
ofrece su eternidad a todos y cada uno de nosotros, nos pide liberarnos de los
pecados, alejarnos del mal, acudir a su encuentro y obtener la salvación con la
resurrección.
Bendito sea el Espíritu Santo que nos da la fuerza, la energía para
entendernos todos, para unirnos al Señor, no rechacemos esta fuerza, la que nos
ayuda a superar la tentación, a salir del mal, a presentarnos llenos de
esperanza y de verdadero amor.
Es la comunidad de todos la que nos une y salva, es la Iglesia Santa a
la que pertenecemos, cada uno forma parte de la misma, cada uno ejerce la
fuerza que el Espíritu Santo le ha dado para ayudarse los unos a los otros,
para ese amor correspondido. Con el ejemplo de la Virgen María que nos acoge
como hijos suyos, así es la Iglesia.
Cristo está alimentándonos con su Cuerpo y Sangre en la Comunión, en una
mesa espiritual y también física, Cristo presente nos regala la resurrección
entrando en nuestras propias almas, en nuestro propio cuerpo.
La Iglesia Universal, unidad desde la diversidad se construye siempre
desde y con el perdón, quiero dejar la siguiente frase de nuestro Papa
Francisco que ha dicho hoy en la Misa de Pentecostés para reflexionar sobre
ella: "El perdón libera el
corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se
construye la Iglesia"
Siempre nos recuerda el Papa
esa palabra, perdón… así es como verdaderamente, cuando es de corazón,
confirmamos nuestro amor al prójimo; os recomiendo una lectura de la homilía
completa de este día en el Vaticano. El
perdón en su doble vertiente, el de pedir perdón y el de perdonar, eso es amor,
esa es la fórmula para construir Iglesia.
Conocemos un caso, lleno de
humildad, no sin haber pasado por el dolor físico y psíquico, de que te juzguen
y condenen sin ser culpable, sin tener culpa de las acusaciones que le hacían
sin que hicieran caso de sus testimonios, y sin estos y sin pruebas condenar al
inocente, y este por amor, por resignación, también por pena y valor aceptar la
culpa y morir en la Cruz, y murió pidiendo el perdón para todos, y con este
perdón nos regaló la resurrección y la eternidad. Saquemos conclusiones y
actuemos siempre como Él lo hizo.
Nuestra fe en Cristo estará
siempre en nuestra vida, muchos hermanos lo demuestran a diario, unos con su
propia vida, con las persecuciones recibidas, con las culpas a las que son
sometidos, a esos a los que no les llega el perdón, a los que no perdonan.
Pidamos siempre al Espíritu
Santo que nos envíe su fuerza, que nos dote de los dones necesarios para
afrontar esta vida por el camino de la salvación y del amor.
Fabio
Antonio Fernández Torres
Turno
“Virgen de las Penas” de la Adoración Nocturna.
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