Lectura del
libro del Levítico (19,1-2.17-18):
EL Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».
EL Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».
En el libro del levítico la temática principal es la de reafirmar la
pureza y la santidad del pueblo de Israel. El levítico es un libro
destinado a los levitas pero estos trascienden al resto de Israel, y por ende,
a toda la comunidad cristiana en la actualidad, a pesar de ser un libro
eminentemente hebreo. Forma parte del Pentateuco.
Cración de la Luz de Gustave Duré |
Moisés profeta del Señor transmite la palabra de Dios y dice: “ di a la
comunidad de los hijos de Israel”, nosotros también ahora somos esos hijos de
la Israel elegida por el Señor, y nos dice:
“SED SANTOS, PORQUE YO, EL SEÑOR, VUESTRO DIOS, SOY SANTO”
Somos hijos de Dios, estamos creados a su imagen y semejanza, por ello
nuestro afán debe ser parecernos a Él que nos creó, tenemos la obligación de
ser santos. La aptitud que debemos de perseguir es la de ser misericordiosos y
compasivos y tener humildad de corazón, aceptar al prójimo y entregarle siempre
sinceridad y apoyo. Esta es la buena sabiduría para con los demás.
Como en la obras de misericordia que nuestra Iglesia nos exhorta a
realizar debemos de corregir al que yerra, indicarles el camino de perfección
que nos pide el Señor cuando el prójimo cometa pecado, reprender para que
rectifique, subsane, vuelva a la pureza que quiere nuestro Dios, todo ello sin
condenar porque no debemos de cargar con ese pecado sino liberarlo, sanarlo,
con ayuda y entrega de nuestro corazón.
Moisés con las Tablas de la Ley |
Un verdadero perdón hacia el prójimo cuando éste subsanó y se arrepintió
volviendo a la pureza de espíritu hacia el Señor, es el olvido de todo ello,
incluso más allá, por amor la confianza plena, absoluta, ofreciéndole la vuelta
o retorno a sus quehaceres en la comunidad de los hijos Dios.
El perdón de los cristianos
es tan fuerte que acepta de nuevo totalmente al perdonado; olvida, ofrece toda
la confianza de nuevo sin reparos, sin sospechas, ofreciendo amor
incondicional; esto provoca la virtud de la alegría por acoger y por ser
acogido, ese es el amor de Dios, la misericordia que quiere que se practique
lejos de posturas vanidosas y soberbias, de desconfianzas, de alejamiento, de
desamor. Es la cultura de la misericordia, de la unidad ante Dios como hijos de
Él. El Evangelio está lleno de pasajes que ilustran este contenido.
Por: Fabio Antonio Fernández Torres
Adorador Nocturno.
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