miércoles, 22 de febrero de 2017

EL EVANGELIO: PALABRA DE DIOS. EL SAGRARIO, TEMPLO DE DIOS.

En el Evangelio nos encontramos con vivencias del Señor, con la Palabra de Dios que hecho hombre estuvo entre nosotros para regalarnos lo que nos dice, lo que nos pide, y lo que quiere; si meditamos los diferentes pasajes vemos que están inundados de misericordia y de amor, nos muestra con parábolas y ejemplos de fácil comprensión en mayor o menor medida como actuaremos para estar en ese camino de amor al prójimo que quiere nuestro Dios y de la construcción de su reino de paz y alegría entre los hombres, todos hijos suyos.
Sagrario

Como nos dice San Manuel González: "Hora es ya, de descubrirnos el gran revelador del Sagrario, el gran confidente que está en el secreto suyo, el amigo íntimo que nos puede hacer entrar en ese alcázar de las misteriosas maravillas del Sagrario. Tenéis prisa por saber su nombre, ¿verdad? ¡El Evangelio!
San Manuel González

En este párrafo de lo que nos dice el santo descubrimos el Sagrario, para mí es el pequeño templo donde albergua nuestra Majestad Divina, en Cuerpo y Alma, al que nos asemejamos por amor Suyo hacia nosotros,  con el que podemos mantener una relación Paterno-filial, al que contarles nuestras cosas, escuchar lo que nos dice y gracias a la Palabra de Su Evangelio encontrar esa felicidad espiritual tan rotunda que nos alcance a nuestra vida incluyendo la relación con nuestros cercanos y también lejanos. 

Que bien se abre la mente y el pensamiento delante de nuestro Señor, cómo penetra en nosotros su bondad y misericordia, qué fuerzas nos da tras orar con Él presente. Y qué suerte tenemos por tener sacerdotes, vicarios todos de Cristo que nos brindan y otorgan por su misterio del Sacramento de la Comunión el poder de recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. 

Continuará,,,

Fabio Antonio Fenández Torres.
Adorador Nocturno, turno
Virgen de las Penas.
Málaga.


domingo, 19 de febrero de 2017

SANTOS, HUMILDES, COMPASIVOS Y MISERICORDIOSOS

Lectura del libro del Levítico (19,1-2.17-18):

EL Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».

En el libro del levítico la temática principal es la de reafirmar la pureza y la santidad del pueblo de Israel. El levítico es un libro destinado a los levitas pero estos trascienden al resto de Israel, y por ende, a toda la comunidad cristiana en la actualidad, a pesar de ser un libro eminentemente hebreo. Forma parte del Pentateuco.
Cración de la Luz de Gustave Duré
Moisés profeta del Señor transmite la palabra de Dios y dice: “ di a la comunidad de los hijos de Israel”, nosotros también ahora somos esos hijos de la Israel elegida por el Señor, y nos dice: 

      “SED SANTOS, PORQUE YO, EL SEÑOR, VUESTRO DIOS, SOY SANTO”

Somos hijos de Dios, estamos creados a su imagen y semejanza, por ello nuestro afán debe ser parecernos a Él que nos creó, tenemos la obligación de ser santos. La aptitud que debemos de perseguir es la de ser misericordiosos y compasivos y tener humildad de corazón, aceptar al prójimo y entregarle siempre sinceridad y apoyo. Esta es la buena sabiduría para con los demás.
Como en la obras de misericordia que nuestra Iglesia nos exhorta a realizar debemos de corregir al que yerra, indicarles el camino de perfección que nos pide el Señor cuando el prójimo cometa pecado, reprender para que rectifique, subsane, vuelva a la pureza que quiere nuestro Dios, todo ello sin condenar porque no debemos de cargar con ese pecado sino liberarlo, sanarlo, con ayuda y entrega de nuestro corazón.
Moisés con las Tablas de la Ley
Un verdadero perdón hacia el prójimo cuando éste subsanó y se arrepintió volviendo a la pureza de espíritu hacia el Señor, es el olvido de todo ello, incluso más allá, por amor la confianza plena, absoluta, ofreciéndole la vuelta o retorno a sus quehaceres en la comunidad de los hijos Dios.

El perdón de los cristianos es tan fuerte que acepta de nuevo totalmente al perdonado; olvida, ofrece toda la confianza de nuevo sin reparos, sin sospechas, ofreciendo amor incondicional; esto provoca la virtud de la alegría por acoger y por ser acogido, ese es el amor de Dios, la misericordia que quiere que se practique lejos de posturas vanidosas y soberbias, de desconfianzas, de alejamiento, de desamor. Es la cultura de la misericordia, de la unidad ante Dios como hijos de Él. El Evangelio está lleno de pasajes que ilustran este contenido.

Por: Fabio Antonio Fernández Torres
        Adorador Nocturno.

Iglesia de San Antonio de Lisboa

Iglesia de San Antonio de Lisboa. Moneda recuerdo de la visita a la Iglesia de San Antonio Junto a la catedral de Lisboa, en la freguesia (b...